“No negociamos nada”, espetó contundente el presidente Javier Milei este domingo al ser consultado sobre la posibilidad de discutir modificaciones al mega DNU y la ley ómnibus que envió al Congreso.

La semana pasada cerró con un “compromiso” el Gobierno nacional en “revisar” el plan desregulatorio de la pesca; cómo se instrumentará abre interrogantes y se dilucidaría con el correr de los días, cuando se constituya la ‘mesa sectorial’ que el ministro del Interior, Guillermo Francos, acordó con el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, y el intendente marplatense Guillermo Montenegro.

El octavo complejo exportador argentino se abroqueló, sin fisuras, en un hecho casi inédito. La industria pesquera actuó rápido, sin regionalismos, ya que todos coincidían en que los alcances del Capitulo III del proyecto de “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” era inaceptable.

La ‘tormenta’ que el gobierno libertario desató sobre la pesca no se disipó. Solo se corrió la nube reformista de la Ley Federal de Pesca. El Capítulo V de Medidas Fiscales en su Sección VI que fija los Derechos de Exportación en 15% para la totalidad de las posiciones arancelarias de la pesca permanecen, por ahora, intactas.

Actualmente rige un esquema de derechos de exportación (DEX) que van del 0% al 9% para los productos pesqueros, estas denominadas “retenciones Massa”, fijadas por DNU por el anterior Ministro de Economía, también se dictaron en el marco de ´facultades delegadas’ del Congreso al Poder Ejecutivo. Vale recordar que esa rebaja de derechos de exportación no fue producto de una ley sancionada por el Parlamento, sino un DNU durante la presidencia de Alberto Fernández.

Sin siquiera autoridad de aplicación designada, a un mes de asumido el nuevo gobierno nacional, muestra el nivel de desprecio, interés o conocimiento que tiene sobre la cadena productiva que tiene la pesca en la Argentina. No lo saben, no les importa, ni les preocupa.

La cumbre entre Francos, Torres y Montenegro trajo alivio. No se firmó nada. Y, que el Gobierno dio marcha atrás con la reforma pesquera es, por ahora, solo una “promesa libertaria”.

Milei, en campaña, prometió “retenciones cero”, dolarización de la economía, cierre del Banco Central, fin de la emisión monetaria y motosierra a la casta. Esos postulados no aparecen en el ortodoxo plan de shock.

Hoy exportar filete de merluza no tiene retenciones. Para productos de valor agregado de langostino como EZP (Easy Peel), PTO (Peeled Tail On), PND (Peeled Deveined) tributan de 1% a 3%, en base al DNU que resolvió sobre materia tributaria, sin intervención parlamentaria, en el gobierno anterior.

Sin estar en vigencia los derechos de exportación al 15% para todos los productos pesqueros, la semana pasada, se “cayeron” numerosas operaciones de comercio exterior ante la incertidumbre que provoca.

A la retracción de la demanda existente en los tradicionales mercados internacionales y los precios deprimidos, esta posible sobrecarga impositiva para los exportadores los dejaría sin posibilidades de competir con otros mercados.

Por un lado, se achicó la brecha cambiaria, sincerándose tipo de cambio, lo que alimentó esperanzas en los exportadores, pero las garras del león libertario esquilmaron esa mejora con nivelar las retenciones al 15% para todos los sectores, salvo puntuales excepciones, en las que la pesca no aparece en agenda.