Las descargas han descendido un 25 % con respecto al año pasado y al anterior
No ha arrancado muy bien el año en Argentina para la mayoría de los sectores productivos. Y para el pesquero, con fuerte impronta gallega, menos. La situación, si cabe, es todavía más frágil por diversos factores: crisis en la captura de calamar -que ha sufrido una caída del 25 %-, un mercado con poca demanda, retenciones a la exportación, cuestiones monetarias internas del país… Un panorama complejo que ahora se ve más turbio e incierto con el coronavirus en el horizonte.
El calamar está agotado, dicen. Todo iba bien hasta mediados del mes pasado. «Las capturas por unidad de esfuerzo semanales descendieron considerablemente, hasta nueve toneladas por día, lo cual refleja el agotamiento del stock. Hasta el momento, las capturas totales de la flota potera ascienden a 62.000 toneladas, un 25 % por debajo de los desembarcos del 2018 y del 2019», explicó la jefa del programa de pesquerías de cefalópodos del Inidep (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), Marcela Ivanovic.
En una reunión mantenida a principios de este mes con la Cámara de Armadores Poteros de Argentina (CAPA) y otras instituciones del sector, solicitaron que la pesca del calamar se declare en crisis. «Es muy preocupante», asegura el presidente de la CAPA, Juan Redini. «Vemos que hay 350 barcos en la milla 201 [que marca el fin de la zona económica exclusiva (ZEE) de Argentina] esperando a que el calamar emigre hacia fuera. Nosotros amarramos en los muelles y siguen pescando fuera los ejemplares que nosotros dejamos y traspasan esa línea», señala Redini como causa principal de la caída de los desembarcos. «Cada año se está pescando menos. Tarde o temprano tendremos que regular la milla 201, las únicas aguas que no están reguladas», añade. Aún no hay datos oficiales, pero afirma que en este año sus capturas han alcanzado las 1.500 toneladas y que, en estas mismas fechas en el 2019, el volumen rondaba las 2.100 toneladas. El mercado se sostiene debido a la subida del precio del producto.
Retenciones a la exportación
A esa crisis se ha sumado el sistema de retenciones que ha implementado el Gobierno al asumir sus nuevas funciones en diciembre del 2019. Ese es otra de las cuestiones que están caldeando el ambiente pesquero.
El nuevo sistema incrementó el impuesto por derechos de exportación a diversas actividades. Entre ellas, el sector pesquero. Estas industrias comenzaron el año abonando un 9 % de impuesto, lo que, aseguraban desde las pesqueras, dificulta mucho el balance económico y la rentabilidad. «Nosotros pensamos que no deberíamos tener retenciones, dada la situación en que se encuentra el sector. Ahora es mucho más importante no tenerlas, porque tenemos otros problemas de mercado», comentó Ventura Lafuente, gerente de la empresa Estrella Patagónica.
El complejo inicio de año, con más incertidumbres que certezas, les llevó a paralizar las inversiones en sus barcos. Tras una reestructuración de las retenciones realizada el 3 de marzo por el Ministerio de Pesca, lo bajaron al 7 % en general. «Veo una línea positiva. Puede ser una tendencia, que vaya bajando punto por punto», dice Lafuente. La estimación de facturación en este inicio de temporada ha caído hasta el 40 %, según dice, pero el stock está disponible para cuando el mercado vuelva a demandarlo.
El nuevo desafío que afrontan ahora es cómo gestionar los problemas procedentes del parón económico global consecuencia del coronavirus. En el sector aseguran la caída de las ventas a sus dos principales destinos China y la UE. Desde la empresa Altamare, de capital chino, afirman que el colapso en el puerto de Shanghái está paralizando las operaciones. Otras empresas paralizaron sus actividades con el país asiático antes del colapso.
El sector busca ahora formas de resolver los problemas externos y ocuparse solo de los problemas nacionales.
Fuente La Voz de Galicia