Según un reciente informe de la organización británica EJF, Estados Unidos es el principal comprador de calamar illex de argentina proveniente de barcos que operan en la Milla 201 o mejor dicho FAO 41 que es la denominación de origen con la que ingresa a los mercados. El segundo importador es Canadá y el tercero España, siendo la puerta de entrada para el continente europeo.

Si estos barcos pueden seguir comercializando en Europa es porque en los puertos de entrada ni siquiera tienen actualizada la base de datos. Por lo tanto, los controles están muy lejos de ser “ejemplares” y “de excelencia” como sostienen los funcionarios españoles.
“Al final, esto hace que muchos estén importando de una zona que no está regulada y de una flota que, está demostrado, algunos estándares incluso laborales y sociales no se cumplen”, nos dijo Carmen González Vallés, de Sustainable Fisheries Partnership, la organización con la que trabaja la Cámara de Poteros Argentinos (CAPA) en su proceso de mejoras (FIPs) en busca de la certificación.
Mientras los productos de la pesca INDNR sigan ingresando a los mercados sin problemas la certificación de la pesquería de calamar illex argentinus se ve complicada. “Argentina es un país en el que hay una buena gestión de los stocks, pero el Ilex a nivel regional sigue sin un consenso científico y no hay medidas de gestión tampoco a nivel internacional”, señala González Vallés; y reconoce que el principal problema que puede encontrar nuestro país en certificar se da en el mercado internacional donde por denominación llegan calamares capturados de forma no sustentable del Atlántico Sur.
El otro problema que observa en Argentina es que “la trazabilidad no existe tampoco de abajo hacia arriba. Es decir, una vez que se ve qué se pesca, se desembarca el Illex en Argentina y ahí se termina, se diluye ese producto en la cadena de valor”. Considera que regular la trazabilidad puede ser una ayuda importante, pero reconoce que este es un problema mundial para el calamar dado que la pesca de este recurso está dominada por China.
Estas falencias, la falta de colaboración de los importadores y la inexistencia de acuerdos de cooperación siquiera biológicos, dificultan la posibilidad de lograr la certificación: “Entonces existen riesgos a nivel de la pesquería, riesgos ambientales, riesgos sociales y la complejidad de la cadena de valor”, concluye González Vallés.